El olivar genera un primer subproducto en el campo llamado “restos de podas” las cuales están compuestas básicamente por dos fracciones, una fina llamada “ramón” y otra gruesa, a la cual se denomina “leña”. En la almazara se generan varios subproductos, siendo los principales el “orujo graso y húmedo” cuyo destino final son las extractoras de aceite de orujo u orujeras. También el “hueso” extraído directamente del orujo, el cual suele ser usado para la generación de energía térmica en la propia industria y comercializado como biocombustible sólido, si bien requiere de un pre-tratamiento previo de limpieza y secado. Otros subproductos son el “hojín” y los “restos de ramas finas” obtenidos en la fase de limpieza del fruto en el patio y las “aguas residuales” procedentes del lavado de la aceituna y de la limpieza de patios y fábricas. Por último, en la extractora de aceite de orujo u orujera se genera el llamado “orujillo” el cual es autoconsumido para los usos térmicos de la propia industria y también vendido como combustible para generación de energía eléctrica.
¿Cuáles son aprovechables como fuente de biomasa para la generación de energía renovable?
El hueso es una extraordinaria fuente de biomasa para usos térmicos cuyo uso está generalizado si bien es necesario someterlo a un proceso previo de separación de pulpa y finos y de secado para que pueda utilizarse de manera eficiente en las correspondientes calderas, reduciendo de esta manera las emisiones de partículas a la atmósfera. El orujillo es otra fuente de biomasa tradicionalmente usada en las propias industrias y en las plantas de biomasa y para el que ahora se abren nuevas posibilidades de valorización. Por último, los restos de poda, sobre todo la fracción gruesa o leña, la cual puede ser convertida en astillas estandarizadas y usadas para fines térmicos. También se están utilizando en plantas de generación de energía eléctrica cercanas a las explotaciones debido a los costes de transporte.
¿Qué solución podría tener el actual stock de orujillo?
A corto plazo la situación es compleja porque generar nuevas demandas, tanto térmicas como eléctricas no es rápido. Desde mi punto de vista las opciones más viables en el corto/medio plazo son dos: encontrar mercados para “usos térmicos industriales” (vapor, aceite térmico, etc.) y aplicar nuevas tecnologías de conversión termoquímica como la “pirólisis” para la obtención de “biochar” y la “gasificación” para la generación de energía eléctrica y térmica para el propio autoconsumo de las industrias, con la ventaja adicional de reducir las emisiones de partículas a la atmósfera.
¿Qué situación tiene España en lo que a renovables se refiere?
España fue una potencia en este campo hasta la llegada de la crisis debido a los recortes sucesivos de las primas hasta su congelación definitiva en 2012. Hasta entonces la energía eólica avanzaba a muy buen ritmo promovida por importantes compañías como Gamesa, Iberdrola o Acciona y con una acertada planificación en todo el Estado (actualmente hay instalados en España 23.132 MW y fue la segunda fuente de generación eléctrica en 2017).
La solar fotovoltaica experimentó también un crecimiento muy importante debido a las primas pero de una manera mucho más irracional que la eólica, lo que en gran medida contribuyó de manera determinante al frenazo total de las renovables. Actualmente hay instalados en España 6.991 MW, lo que supone el 5,2% del total de la energía generada en España. La solar térmica ha avanzado muy poco a pesar de estar incluida en el Código Técnico de la Edificación. La biomasa para generación de energía eléctrica es la gran olvidada porque es una tecnología contrastada y una energía gestionable, es decir, puede competir con las fósiles y la nuclear, sin embargo estas ventajas estratégicas no se han traducido en un desarrollo importante similar a la eólica, por ejemplo. En el campo de los usos térmicos los avances han sido más rápidos debido a dos factores principales, la existencia de incentivos a la inversión en casi todas las CC.AA y la subida de los combustibles de origen fósil como el gasóleo C. Ahora parece que las directivas europeas van en la clara dirección de incrementar el peso de las renovables en el mix energético, lo que sin duda es una buena noticia para la biomasa. En biomasa y biogás hay 803 MW instalados en España, cifras muy inferiores a las anteriormente citadas para otras tecnologías. En Andalucía la potencia con biomasa es de 257 MW, la mayor parte de los cuales es generada con biomasa del olivar.
¿Tiene futuro la biomasa generada por el olivar?
Absolutamente, de todo el potencial de biomasa que tiene Andalucía, el 40% lo aporta el olivar. Yo suelo decir que es nuestro “petróleo” y que el olivar además de producir un extraordinario producto como es el AOVE, es un proveedor de recursos energéticos renovables (biomasa), además de un sumidero natural de CO2. No tengo ninguna duda de que el olivar jugará un importante papel en los próximos años en materia de lucha contra el cambio climático y que tendrá un enorme protagonismo en la transición energética la cual es irreversible desde mi punto de vista.
¿Qué beneficios tendría la provincia de Jaén si se valorizase toda la biomasa producida por el olivar?
Esta es la gran pregunta del millón, como se suele decir. Según mis estimaciones y considerando solamente aquellas fuentes de biomasa del olivar cuya valorización puede ser rentable y que no se estén utilizando en la actualidad, se podría hablar de unas 800.000 t anuales entre hueso, orujillo y restos de podas. En términos estrictamente económicos de valor añadido bruto, se podría hablar del orden de 110 millones de € para la provincia. Y ello sin contemplar el empleo asociado, la fiscalidad, los intercambios comerciales o los ingresos obtenidos en el mercado de derechos de emisión de CO2, lo que sin duda incrementaría esa cifra. En definitiva, y desde mi punto de vista, este es uno de los retos que tiene el sector oleícola en los próximos años.
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